miércoles, 19 de febrero de 2014

Al son Cubano

Érase una vez, hace un mes exactamente, dos niñas, ya no tan niñas, que cruzaron el océano, otra vez, juntas, se dirigían a Cuba, quiero decir...Albacete. Ya todo pintaba bien envolviendo las maletas en film, con el juego de puertas para embarcar, con las cuatro chicas de delante en el avión, con las fieles lectoras de la SuperPop, con el zumo de tomate, con la banda sonora de la película, con Gaspy, con el sobarse en el avión, con comer siete veces, merendar otras tantas y cenar un par de veces, tantas como husos horarios atravesásemos. Llegaron con sueño al hotel y decidieron descansar un poco y luego bajar a cenar. CENAR? Ja! Que ilusas. Y durmieron hasta que la sonámbula ocasional se levantó y decidió cerrar las ventanas, las ventanas inexistentes, y la ducha congelada. Y desayunaron, casi como si no hubiesen cenado el día anterior, y salieron a caminar, y el tiempo se echo tan encima caminando por la Habana que inevitablemente llego la hora M, o la hora del mojito, y al sol, en una terraza, en manga corta, en pleno enero, y siguieron la ruta y caminaron hasta la plaza de la revolusión. Allí después de un reportaje fotográfico decidieron tomar el primer cocotaxi, para que les llevase a comer, ¡que dura es la vida del turista! Y comieron plátano y arroz y plátano y arroz y picadillo y arroz y ¡ah! plátano. Y siguieron caminando y vieron la Habana dura, aquello que tenían miedo de encontrarse tan de frente, tan real, suerte que la mayor cuidaba de la pequeña (gracias). Y pasearon por el malecón, la Habana vieja, y se les hizo la hora D sin darse cuenta, casualmente pasando por la Floridita: "mi daiquirí en la Floridita". Y llegaron al hotel agotadas, y después de la conexión de internet, se fueron a descansar con la promesa de que bajarían más tarde a cenar. Y PARA NADA. Desayunaron fuerte y salieron a caminar otra vez, la mayor salvaba de atropellos constantes a la pequeña (gracias otra vez) y llegó después del paseo la hora C, la hora cubanito (mamá tranquila, es un coctail de zumo de tomate) y el sol, la rata encima del perro y el coctail hicieron que las risas no parasen, museo de la revolusion, y a las pobres españolitas (¡ESPAÑA! ¡La madre patria!) les acechó el único taxista de bicitaxi con un vehículo verde, (pueden verlo acá, acá tengo la foto, entonces vean el museo y las espero) y no fue tan mala idea, de hecho fue genial, muchas risas, golpes en las rodillas, fotografías juntas y final del paseo en un paladar. Y comieron arroz y plátano y ropa vieja y arroz y plátano y arroz. Y siguieron caminando, y decidieron ir a tomar café (sólo una de ellas) a una cafetería que desprendía un olor a una distancia de tres cuadras lo menos, y allí encontraron a un camarero parecido a un actor, a unos señores que se reían de lo sonoras que eran las risas de las muchachas y a una señora que estaba haciendo caca sin cerrar la puerta, y para que quieres más, y llovió un poco. Y siguieron caminando y seguían tirando besos cubanos los muchachos (este es un concepto muy difícil de explicar, lo más sencillo sería quizá verlo, vivirlo) y se encontraron con dos muchachos simpáticos -oye tu viniste amalgada desde España...y les perdieron de vista, y in-in-intencionadamente terminaron en la bodeguita de en medio. "Mi mojito en La Bodeguita" y el tiempo se paró o entro en bucle de manera que cada 40 minutos más o menos la hora M se repetía. Y así, con Arturo, las mejicanas, los mejicanos, los italianos, los músicos, Eddy Murphy y un taxista cerraron la bodeguita, y llegaron al hotel, una vez más sin cenar, última noche en la Habana y cerrándola por lo más alto. Y a la mañana siguiente...sin la maleta hecha...-Tía que hora es -JODER, M QUE SON LAS SEIS Y CUARTO y M se dispuso a hacer la maleta aún con el modo cerrar la bodeguita, así ocurrió, que rememoro la noche varias veces durante la hora siguiente, desayuno de resaca, y excursión con en jeeps con conductor suicida, montaron en lancha con conductora suicida, bailaron danzas tribales, pasada de paisajes, montaron a caballo y estuvieron a punto de montar un toro, estuvieron en casa de Nemesio y le quisieron adoptar de abuelo. Y por fin llegaron al hotel en Varadero, lo más, desempaquetaron, y a cenar, y esta vez de verdad, parecía imposible pero ocurrió. Y aunque esta vez de su elección, plátano y arroz y arroz y plátano. Y mañana será otro día. Y la playa, el mar, el Caribe, por fin se volvían a encontrar. Seguía tan turquesa como lo recordaban, con más gente eso sí. Pero después de más de un año sin mar, una de ellos disfrutó de lo lindo cuando pudo descalzarse en la suave arena. Y así, haciendo amigos entre la playa y la piscina comiendo más arroz, papas y boniato, y tomando el sol, espandando avispas y tomando granizado de limón, pasaron los dos días siguientes, jugaron a los CRAZY GAMES, ganaron una botella de ron, la del sur subió al escenario porque quien ganó la botella, la norteña se moría de la vergüenza "QUE M ESTÁ AQUÍ" y bailo, y vieron a Michael Jackson y al día siguiente, por fin llegaba el día D. El día nadar con delfines, por fin, era motivo principal del viaje, porque era un tic enorme de la lista. LA LISTA. Y así fue, mucho susto, mucho frío, mucha emoción, muy corto todo. No hubiese sido la misma experiencia si no hubiesen estado besando delfines juntas. Y el resto del tiempo agotando las horas de sol, absorbiendo todo lo que sus pieles de cangrejo les permitían absorber. Y el último día el de decir adiós, (adiós no, hasta la próxima) y volver a ese aeropuerto internacional de José Martí, después de haberse duchado con agua y jabón en la piscina, después del "ATIENDE PÁ ACÁ", después del último desayuno, y la última hamburguesa, perro o porción de pizza. Y en el aeropuerto después de una cola (fila) larguísima, y otra y otra llegaron a ese polo norte que llaman avión y cayeron rendidas, sólo despertándose para pedir más mantas y para comer, y llegaron a España, ellas y las maletas con tristeza y nostalgia, se despidieron "venga tía, hablamos".




Así pues volvieron más felices, más morenas (cada una dentro de su estándar de moreno), más con el son cubano, más delgadas, más cubanas.

Sí de algo se caracterizó este viaje fue de dormir bastante, comer mucho y reír sin parar. 

Feliz mesaniversario de la primera gran aventura de este año.

Love.



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