domingo, 24 de febrero de 2013

Digo adiós.

ADIÓS. Adiós al armario de Narnia, a la cama de hobbit, al suelo de baldosa, a los acumuladores de calor, a el calentador de agua, a la ducha con fugas, a la habitación del fantasma, al cuarto bajo la escalera de Harry, a "he perdido la villavesa", a los juevintxos al salir de trabajar, a hacer la colada, la compra, limpiar y cocinar, a la conexión alambrica de internet, a las obras, a los obreros, a los vuelos charter para las islas desde Pamplona, a los vuelos desde Biarritz para ir a Disney, a los presupuesticos, hotelicos, momenticos, a ver nevar cada poco tiempo en la puerta de casa, a hacer y deshacer maletas para ir a casa, a terminar la noche en El Burgalés, Terminal, Singular, Garazi o algún sitio que luego no se ni donde está, a irse de ruta de pintxos con las visitas, a el cliente de vacacional, a los viejitos y viejitas, a estar lejos de mamá, a la ausencia del cocido de los domingos, a este frío, a la tensión de hasta cuando estaré aquí, al andamio de la fachada de casa, a los batasunis, a los opusinos, a dormir hasta caerme de la cama los fines de semana, a tener la playa a una hora, al ritmo pausado de la vida provinciana, a dejar la manta sin doblar en el sofá al irme a la cama, a dormir con cinco mantas, a no tener radiador en mi cuarto, a fregar a mano, a las roturas de bajantes que llenan la oficina de caca, a salir a las diez corriendito porque no llegas a la última villavesa, a ser la experta en Madrid de la zona norte, a la posibilidad de montar un Sex in the City casero con mis chicas, a las pachangas de padel, a subirnos un domingo a esquiar a los Pirineos, a la falta de presión de la ducha, a no tener piscina en verano...



Y a vosotros, a vosotros os digo hasta luego. Porque no hay adioses que me valgan con vosotros, mis amigos, mi familia navarra, mi TODO aquí. Y sin poder evitarlo aquí vienen todas las frases hechas, los tópicos que se soltaban siempre al terminar un campamento, no me olvidéis, yo nunca lo voy a hacer, tenéis una casa en Madrid, siempre vamos a estar unidos, si. Típicos tópicos. Pero en este caso ni es verano, ni ha sido sólo un mes, y ni mucho menos tenemos quince años. Es distinto, ésta, hasta ahora, la aventura de mi vida, termina, y no puedo daros más que las gracias, por ser y por estar. Y recalco que termina esta aventura, pero ni terminan los foráneos, ni terminan los equipos, ni las jornadas gastronómicas, ni los planes a futuro de irnos de viaje con la próxima lotería de Navidad, ni mucho menos. Esta nueva disgregación geográfica del grupo no es más una oportunidad que nos brinda la vida para reinventarnos. Porque al fin y al cabo una cualidad básica de un foráneo es ser especialista en relaciones a distancia. Relaciones del tipo que sea, y ésta ocasión no iba a ser menos.


Love.