domingo, 23 de diciembre de 2012

2012

Termina un año. El mejor de mi vida. O así debería de ser, porque yo mantengo la teoría de que siempre lo ultimo que hagas o que te ocurra tiene que ser lo mejor que hayas hecho o te haya ocurrido en la vida. Y que vale ya de frases trilladas como “disfruta de tu día como si fuese el último”. Ha sido un año, como repiten los periodistas, presentadores, o señoresquesalenporlatele, lleno de contrastes. Obama, los recortes, la guerra, el Costa Concordia, el salto estratosférico, Balotelli, los desahucios, las huelgas, el Madrid Arena, el Caso Emperador, el final de Crepusculo, de Gossip Girl y de la relación de Katie Holmes con Tom Cruise, los Juegos Olímpicos, la Eurocopa, 29 de febrero, el fracaso del fin del mundo, la muerte de Miliki, el bosón de Higgs, Sandy, el terremoto de Chile...

Personalmente, mi año ha estado cargado de pérdidas y ganancias. He perdido a gente (de una manera no literal) y he ganado a mucha más (de nuevo no literal), he perdido dinero y he ganado pero algo menos, he perdido algo de miedo y he ganado algo de confianza. Hay gente a la que por decisión propia o ajena tienes que dejar atrás. El dinero que pierdes no lo recuperas, es como el tiempo, pero ambos si el hecho de desprenderte de ellos implica una inversión no es tan mala opción, inviertes tiempo y dinero en hacer lo que te apetece y estar con quien quieres.

Por eso quiero hacer un brindis con las copas bien altas por todo lo bueno que ha tenido este año. Por todos los aprobados de la universidad, mi viaje a Oviedo, la locura que ha sido estar de plantilla volante y las posibilidades que me ha dado de ver mas Madrid y conocer a mucha mas gente, por la decisión de venirme a vivir a Pamplona, por toda la música que he escuchado este año, por toda la gente que me ha mostrado esa música, por todos los juevintxos, por la gente de Navarra, por la gente concreta de Asturias, Cantabria, Cataluña, Galicia y de nuevo de Navarra, por mis foráneos, por ir en bici a trabajar y que a la semana se te rompa el sillín, por aprender a cocinar, por una estupenda graduación, por la playa, por las cervezas, por la Sureña, por mis GJWHF, por mis Ceuras y añadidos, por mi pequeña erasmus, por lo increíbles que han sido mis primeros sanfermines, por el verano, por el tinto de verano, por las terrazas, por las sonrisas de ida y vuelta, por los abrazos de mi padre y los besos de mi madre, por las ricas comidas de mi hermana, por la sorpresa tan sorpresiva de toda mi familia al decirme adiós, por Venecia, por el crecer como persona, por coger un taxi sola, por Renfe España, por los bikinis de HM, por las peticiones de mano, por las locuras absolutas, por vivir el momento, por no esperar nada, para así tenerlo todo, por el mar, por la paella, por independizarse, por la sinceridad, por la bondad, por los camareros, en general, por todas las croquetas que me he comido este año, por estar a punto de terminar la carrera, por los corderos, por el 360, por mis leopardesas, por todos los verbos reflexivos, por las notas de voz, por las canciones, por mi Atleti, por Instagram, por los grupos interminables del Whatsapp, por Skype, por cualquier tipo de red social que te permita acercarte a la gente que está lejos, por los equipos, por las fiestas de pijama de dos, por todos los trenes, autobuses y aviones que he cogido este año, por los emoticonos, por Donosti, por el mar, por ti, que estás leyendo estas líneas, por mí, que las estoy escribiendo. Por nosotros, que de alguna manera algo nos une.

Feliz Navidad.

Love!